Generalmente cuando se menciona el asma lo primero que se viene a la mente de muchas personas es la imagen de un niño, una niña o un joven de contextura delgada con dificultad para respirar que requiere de inhaladores para su tratamiento, con historial de alergias y poco atlético.
Sin embargo, la incidencia y prevalencia de la enfermedad, así como el fenotipo de las personas que se ven afectadas por su padecimiento va mucho más allá de los estereotipos preestablecidos por la televisión y el cine. El asma se caracteriza por síntomas variables como la tos, la dificultad respiratoria, la sensación de opresión torácica o las sibilancias audibles.
El asma es una enfermedad de las vías respiratorias condicionada por fenómenos inflamatorios crónicos que estrechan la luz de los bronquios e incrementa la producción de secreciones bronquiales condicionando el flujo de aire.
Es una enfermedad no contagiosa que se puede presentar a cualquier edad, con una prevalencia a nivel mundial que se reporta entre 1 - 18 %. En Colombia según algunos estudios la prevalencia se ubica entre 12 - 13 %, eso quiere decir que de cada 100 habitantes del territorio nacional, de 12 a 13 personas la padecen. Dentro de los factores de riesgo conocidos están: la malnutrición, la exposición a alérgenos o un medio ambiente con alta carga de polucionantes (incluyendo el tabaquismo) y constancias psicosociales que se pueden presentar en la etapa gestacional o la infancia. Una historia de síntomas sugestivos en la niñez es la rinitis alérgica o eczema, así como los antecedentes familiares de asma o alergia, que incrementan la probabilidad de la enfermedad, si bien estas características no son específicas de la condición, tampoco se ven en todos los fenotipos de asma.
La variabilidad del compromiso en el flujo de aire y los síntomas se pueden ver en la intensidad de los mismos, a través del tiempo las variaciones pueden ser desencadenadas por diversos factores tales como: ejercicio, exposición a alérgenos o irritantes, cambios climáticos o infecciones respiratorias virales, igualmente pueden darse de forma espontánea o como respuesta a las medicaciones y en algunas ocasiones pueden estar ausentes por semanas o meses. Por otro lado, los pacientes pueden sufrir exacerbaciones súbitas o crisis de síntomas con intensidad variable de los mismos, de vez en cuando puede poner en riesgo la vida de quien los padece.
Su diagnóstico se basa en identificar el patrón de síntomas y la limitación variable al flujo de aire en las vías respiratorias descritas anteriormente y que son características de la enfermedad. Para ello, se requiere de la valoración y el estudio de un médico, que mediante una historia clínica detallada y una minuciosa exploración física con la realización de estudios funcionales pulmonares, puede realizar una precisa aproximación diagnóstica, más aún si se tiene en cuenta que hay numerosas condiciones pulmonares y extrapulmonares, agudas y crónicas, que pueden desencadenar un cuadro clínico y sintomático similar al asma, pero que precisan un abordaje terapéutico distinto.
Su tratamiento requiere del uso adecuado y regular de medicaciones, en su mayoría inhaladas, también algunas orales y parenterales, estas deben ser prescritas en forma individualizada y escalonada según el fenotipo y severidad de la condición de cada paciente, en forma exclusiva por personal médico debidamente titulado. Además, se requiere de un control periódico para realizar un estrecho seguimiento de la evolución de cada caso y así realizar ajustes de la pauta, precisar el control de síntomas o episodios de crisis, evaluando y controlando potenciales condiciones concomitantes: rinitis, sinusitis, enfermedad por reflujo gastroesofágico, apnea del sueño, entre otros, que pueden fungir como factores agravantes o agudizadores del asma.
Recientemente se ha descrito un procedimiento terapéutico endoscópico reservado para casos de asma severa y de difícil control pese a un adecuado tratamiento. Además, es importante mencionar otras estrategias no farmacológicas que han demostrado su relevancia para mejorar el control de síntomas o reducir el riesgo de futuras crisis:
Cese del hábito tabáquico.
Actividad física regular.
Dieta saludable.
Reducción de peso en pacientes obesos.
Ejercicios respiratorios.
Los pacientes asmáticos pueden tener y disfrutar de una vida normal con un tratamiento adecuado y conseguir un control sintomático. Hay escasos datos sobre la historia natural de la enfermedad, pero un estudio longitudinal de Westerhof y su grupo (J Allergy Clin Inmunol 2018; 141: 104) sugiere que cerca del 16 % de los adultos con diagnóstico reciente de asma pueden experimentar remisión clínica dentro de los siguientes 5 años tras la instauración.
El paciente debe involucrarse en la estrategia terapéutica que se instaure para la enfermedad y cumplir con adherencia la pauta de medicamentos prescritos, verificar y garantizar una adecuada técnica inhalatoria de las medicaciones, asistir con puntualidad al programa de consultas de seguimiento, informar en detalle los síntomas que presente y su variación en el tiempo, establecer con el médico tratante un plan de acción ante las exacerbaciones de síntomas o crisis de asma, por último identificar y evitar la exposición a los factores desencadenantes de crisis.
Para mayor información los invitamos a consultar el documento Global Strategy for Asthma management and preventión - Updated 2021 www.ginasthma.org/gina-reports.